sábado, 28 de noviembre de 2009

ANDANZAS DEL ARROYO VEGA

Buenos Aires està cruzada por muchos arroyos de llanura cuyo entubamiento los ha convertido en pluvioductos que son causa de las recurrentes inundaciones que padece la ciudad. Entre otros arroyos mencionaremos el famoso Maldonado, el Medrano, el Cildañez, el White, el Ugarteche y algunos menos conocidos como el Teuco, el Erezcano y el Lafayette que desembocan en el Riachuelo. Entre los màs conflictivos se encuentra el Arroyo Vega

Quiere la tradición que un antiguo poblador ribereño le haya legado su nombre. La revista Fray Mocho publicò en 1912 la fotografía de un centenario ombù sombreando el rancho del “Viejo Vega” a las orillas del arisco arroyo que con el correr de los años fuera conocido también con los nombres de San Martín y de Blanco Encalada. En el plano de Buenos Aires publicado por Adolfo Sordeaux 1850, aparece trazado el curso del Vega:

*nace en la zona de La Paternal por la convergencia de diversos zanjones de desagüe de Villa Urquiza, Belgrano y Chacarita;
*atraviesa en diagonal las actuales calles Chorroarìn y Donato Alvarez (un tramo se llama hoy Combatientes de Malvinas) hasta la calle Holmberg;
*allì tuerce hacia Juramento en direcciòn de Estomba por donde zizaguea hasta Mendoza y Superì;
*en este cruce su cauce retoma por Juramento hasta Conde y luego, en sesgo, hasta Freire y Echeverrìa, desde donde regresa en direcciòn de Blanco Encalada y seguir una lìnea mas o menos recta hasta Hùsares y Monroe para desembocar en el Rio de la Plata, al norte de la Ciudad Universitaria, por cinco salidas de 4,80 m. de altura. Su cuenca tributaria abarca unas 1600 Ha.

A cauce abierto fue un arroyo peligroso por sus desbordes que solían arrastrarlo todo a su paso. La primeras preocupaciones por las andanzas del arroyo Vega datan de 1869 cuando la Comisión Municipal de Belgrano mandó a construir una zanja que diera salida a las pestilentes aguas estancadas después de cada creciente. Nada parecía contener la furia del arroyo. El Intendente Municipal D. Francisco Bollini (1890/92) confiesa en sus memorias que, uno de los rotundos fracasos de su gestión fue no haber podido domarlo.

En 1869 la Corporación Municipal aprobò la apertura de una zanja que permitiera dar salida a las pestilentes aguas que se estancaban después de las inundaciones y, recièn quince años más tarde, se dispuso nivelar el terreno y practicar desagües a lo largo de su recorrido, tarea que estuvo a cargo del ingeniero Argmando Saint-Yves.

En las memorias del Intendente Municipal Francisco Bollini (1890/1892) puede leerse sobre el primer intento de canalización que no llegò a concretarse : “….me di cuenta del peligro para el lugar y para las aguas corrientes que ofrecía el Arroyo Vega que desemboca en el rio a corta distancia del punto de toma. Concreto es su malísimo estado, causado por el desagûe de las fàbricas instalas en el Bajo Belgrano. Pretendí llevar a cabo su canalización parla nivelarlo y facilitar su desagüe pues por él corren las aguas pluviales de una gran extensión de la Capital, de la parte limítrofe de la Provincia de Buenos Aires. Como no se entregara por el gobierno la draga solicitada, nada se hizo. Ordené enseguida se cortasen los caños de las fábricas y se desconocido la medida pues no hay en que apoyarla….A pesar del tiempo transcurrido, de mis reiterados pedidos y de las quejas del vecindario, nada se ha resuelto que no sean consejos y recriminaciones de la Municipalidad que es la primera que ha hecho notar el peligro para el vecindario y que nada puede hacer por falta de autoridad…”

El último tramo de su curso, estaba poblado por misèrrimos caseríos. En Blanco Encalada entre Miñones y Artilleros se encontraba el almacén y despacho de bebidas llamado “La miseria” en obvia alusiòn a su imagen. Cerca de alli, sobre la misma calle Artilleros, en una de las márgenes del puente conocido como “El aburrido”, se levantaba “El palacio de cristal” sarcasmo con el cual se conocìa a un conventillo hecho latòn en cuyos dos pisos y en treinta habitaciones, vivía un conglomerado de familias rusas e italianas. Algunos investigadores sugieren que el nombre provenía del efecto del reverbero del sol sobre las chapas. Felix Lima, lo describe con certero brochazo: ¿Qué me dice dése “chateau” con más aujeros quél palomar de Caseros?...Ahí tiene el “Palacio de Cristal” un convento ruso-calabrés de a diez pesos por mes el bulín. Para verano es regularcito porque dentra el fresquete por la chapa de cinc como espumaderas, pero ahura...¡de bronconeumornia crepó un Moisé, anteayer, con gorro de piel de oso y todo! (Pedirán / El bajo de Belgrano)

Recièn en 1912 y después de las grandes inundaciones del año anterior –el agua sobrepasò el metro y medio de altura sobre el puente de Cabildo y Blanco Encalada- comenzaron las primeras obras de canalización y desagües que estuvieron a cargo del agrimensor Luis Gotusso, del Departamento de Obras Pùblicas de la Municipalidad. Las obras se llevaron hasta la calle Migueletes, en la zona entonces conocida como “La vuelta del Pobre Diablo”, ensanchàndose la calle Blanco Encalada desde la avenida del Tejar hasta las vias del ferrocarril.

El proyecto original pretendía convertir a Blanco Encalada en una hermosa avenida arbolada que embelleciera la zona y “diera un nuevo impulso al valor, al comercio y a la comodidad, ademàs de embellecer notablemente una parte de no pequeña de las parroquia…” pero los vecinos se opusieron pidiendo obras de desagüe y muros de contención. Se colocaron entonces, defensas en las esquinas, una suerte de pasamos o barandas de las que queda como testimonio la ubicada en la vereda del museo Yrurtia en Blanco Encalada y O’Higgins.

De todos modos sobre Blanco Encalada se colocaron siete puentes peatonales en los cruces con Crámer, Vidal, Moldes, Amenàbar, Obligado, Cuba y Arcos. Eran puentes de hierro con un sistema de pivote que permitìa girarlos y colocarlos paralelos a las veredas.

Las obras de canalización del arroyo siguieron a ritmo muy lento. En 1915 una comisiòn de vecinos presidida por el señor H. Heuss, entrevistò al Intendente Municipal, Antonio Gramajo, para reclamarle la exoneraciòn de un 40% en el pago del afirmado de la calle Blanco Encalada porque la zona no habìa mejorado su desventajosa situación en los dias de lluvia. En todas las Memorias Municipales hasta 1933, se advierte la preocupación vecinal por la insuficiencia de los trabajos realizados.

Todavía por 1934 un buen trecho del Vega, desde su nacimiento hasta Olazábal y Zapiola corrìa a cielo abierto. El entubamiento se concluyò en 1941 pero ya se sabìa de la necesidad de nuevas obras. Por debajo de la actual calle Miñones corría otro arroyo que fue cegado cuando se construyeron terraplenes para defensa de las crecidas. Era el arroyo De los Membrillos que se abría en dos brazos a la altura de la calle Ramsay para hundirse en un socavón rumbo al río.

En 1936 se habìa previsto la construcciòn de un canal aliviador que arrancarìa en Amenabar y Sucre y otras obras complementarias que no comenzaron a realizarse hasta 1997. Aún hoy, después de haber sido detenidos parcialmente los trabajos durante las administraciones Ibarra y Telerman, el aliviador está sin concluir, habiéndolo prometido el actual Jefe de Gobierno para fines de este año.

En 1985 se produjo una de las tormentas mas extraordinarias de que se tenga registro en la ciudad: cayeron cerca de 400 Mm. en menos de 24 horas. La calle Blanco Encalada se convirtió en un verdadero río cuya fuerte correntada destrozó vidrieras y arrastró vehículos a su paso. El crecimiento edilicio de la zona había superado todos los cálculos realizados en 1936 para el entubamiento definitivo del arroyo.

Interesante anécdota

El 18 de mayo de 1934 el ingeniero de Obras Sanitarias de la Nación don Francisco Terrone realizó una visita de inspección al conducto. A unos 500 metros de la desembocadura, sobre una de las paredes, se veía una construcción reciente. Era una compuerta de unos ochenta centímetros de lado, herméticamente cerrada, que no formaba parte de la obra original. Hecha la denuncia del hallazgo, la policía localizó en un galpón situado en Monroe y Húsares el acceso a dicha compuerta.

La propiedad era de don Alejandro Orezzolli, conocido en el ambiente del turf como “Churrinche” quizás la figura señera del turf del Bajo Belgrano, cuidador de los caballos de don Benito Villanueva y uno sus importantes punteros políticos en el Bajo Belgrano. Jorge Larroca reproduce en su libro Entre cortes y apiladas (Ediciones Cruz del Sur 1981) sendas notas de Villanueva a Orezzoli con instrucciones para los comicios de noviembre de 1906.

Se presumió que la construcción habría sido utilizada para entrar mercadería contrabandeada por el río, aunque don Alejandro Orezzoli demostró que la casa la había adquirido en 1932 y que nada sabía del asunto. Como es de suponer el tiempo se encargó de aletargar la investigación y todo quedó como una de las tantas anécdotas lugareñas.

Orezzoli, que en sus comienzos había sido carrero y carnicero, hizo una gran fortuna y entre sus inversiones, cabe mencionar la compra de la quinta que fuera del General Mansilla, extendida desde la desembocadura del arroyo Vega, en la hondonada del río donde había un amarradero conocido como Puerto Churrinche, hasta lo que hoy es el cruce de la Avenida Lugones y La Pampa. Esa quinta, que Orezolli rebautizó Unión Nacional, tenía una centenaria plantación de ceibales desde Maciel (hoy Figueroa Alcorta) hasta Ramsay y fue sede de históricos asados políticos del Partido Conservador en los cuales, incluso, cantó Gardel. Felix Lima en uno de sus brillantes chispazos, desde las páginas de Crítica, apodò a esta quinta como Churrinche Farm .

2 comentarios:

  1. El año pasado fui a la Argentina y pude experimentar varias de las cosas que mencionaste. Lo más llamativo, ya que yo había alquilado un Apartamento en buenos aires en la zona de la Paternal, fueron las inundaciones. Realmente, con el arroyo debajo de la Avenida Juan B Justo es muy dificil evitar inundaciones con la lluvia. Un día diluvió, y toda la zona quedó como una pileta. Debe ser dificil para los residentes de esos barrios, pero la verdad que Buenos Aires es tan linda que vale la pena vivir allí a pesar de todo.
    Saludos,
    Lore

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  2. Estimado Ricardo, mi nombre es Pablo Varela, y soy productor audiovisual. En este momento me encuentro trabajando en una serie documental para canal Encuentro, que trata sobre geografía. Quisiera saber si Usted me puede orientar en la búsqueda de imágenes de archivo sobre el arroyo Vega antes de ser entubado. ¿Sabrá de dónde puedo obtener este tipo de imágenes?

    Le dejo mail y teléfono: pablo.varela@astrolabmotion.com.ar / 155 133 4418


    Muchas gracias.

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