Los orígenes del arte de la transformación seguramente hay que buscarlos en Francia. En el siglo XVII ya cosechaba fama un actor llamado Dauterval por la facilidad con que caracterizaba distintos personajes en cuestión de segundos. No le fue en zaga el famoso Garrick aquel actor inglès inmortalizado por los versos del poeta mexicano Juan de Dios Peza: viendo a Garrick actor de la Inglaterra / el pueblo al aplaudirlo le decía / eres el cómico más cómico de la tierra y màs feliz el cómico reìa…
David Garrick tambien era una maestro del transformismo. Y hubo muchos más, algunos celebérrimos como Leopoldo Frégoli o aquella Fátima Maris, su discípula que convirtieron el arte de la transformación en leyenda.
Frégoli estuvo por primera ve en Buenos Aires en 1895, contratado por los empresarios Garrido y Echeverría para actuar en el teatro Rivadavia. Era una sala horrible (palabras del propio Frégoli) por lo que, después de discutir el caso, el debut se trasladó al teatro El Nacional de la calle Florida donde obtuvo un éxito clamoroso, no obstante la “jettatura” que signaba a esa sala en el ambiente teatral porteño. Todo Buenos Aires cantó aquella canción con la que Frégoli animaba sus presentaciones: Scusate una parola signorina…
De Fátima Maris escribiré pocas líneas. .Era noble por nacimiento y había tenido una esmerada educación en Bologna. En esta ciudad del Piamonte lo conoció a Frégoli y cambió su destino y su vida. Dicen los memoriosos y los cronistas de aquel tiempo, que llegó a superar al propio maestro realizando sus transformaciones en escena, a la vista del público que, absorto, no podía creer que una sola persona hubiera sido a la vez dos personajes que veía a un mismo tiempo.
Fátima también trabajo en Buenos Aires. Fue en 1913 y en el teatro San Martín donde travestida en un taita orillero cantaba y bailaba un tango como el porteño mas cabal. Su éxito despertó admiración e imitadores. Y así nació uno de los más famosos travestis vernáculo: Mirko, nombre que amparaba al actor Fernando de Torres quien subía a escena a cantar tangos y cuplés, transformado en una bella e insinuante dama de la noche.
Su presencia en el tablado despertaba curiosidad. Lucía un vestido ajustado que se ceñía aún más, al bordear los tobillos. Llevaba con gracia singular el fru fru de la gasa y los adornos de plumas. Tenía un amplio dominio de la escena; sus gestos, sus ademanes, su paso sensual hicieron de Mirko el nom plus ultra de los imitadores del bello sexo como lo afirmaba una nota aparecida en una revista de principios del siglo XX, con su foto junto a la letra de uno de sus tangos preferidos: Loca de Martínez Viergol y Manuel Jovés.
Cabe aclarar que una vez concluido el espectáculo terminaba también la imitación. Mirko saludaba con la peluca en mano y con su voz natural de hombre.
Su repertorio tanguero lo integraban temas dramáticos como el mencionado Loca y Maldito Tango de Luis Roldán y Osmán Perez Freyre en los que ponía una notable garra interpretativa desde su rol de mujer. Otra de sus creaciones era el cuplé titulado Mi Luis, cuya letra ingenua e intencionada le permitía el despliegue de su gran histrionismo. Actuaba indistintamente en escenarios céntricos o cines-teatros de barrios: El Excelsior de Corrientes al 3200, el Olavaria de la calle homónima al 600, el Jorge Newbery de Bernardo de Irigoyen al 1400 y el Montes de Oca con sus dos ubicaciones en el 1600 y el 1700 de la conocida calle de Barracas entre otros.
Las revistas de entonces, dedicadas al cancionero popular, reproducían las letras de estos temas con el subrayado de Repertorio de Mirko, lo que es un buen indicio para medir la popularidad alcanzada por este personaje tan singular del varieté porteño.
Otro transformista que logró buen suceso entre el público de Buenos Aires, fue Rubens que se presentaba igual que Mirko con un lujo vestuario femenino aunque entre sus canciones no incluía tangos.
viernes, 11 de diciembre de 2009
MIRKO un travesti que cantó tangos a principios del siglo XX
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La informacion histórica que usted expone, señor Ostuni, es muy rica en detalles de los momentos ocurridos, lo cual hace despertar un autentico interés en el lector. Como, por ejemplo, que Mirko, al final de su actuación, con la peluca en sus manos, volvía a ser hombre ante el publico !
ResponderEliminarDD
Respuesta para DD
ResponderEliminarAl final de cada representaciòn se sacaba la peluca porque estaba prohibido por una norma municipal la simulaciòn de sexo en pùblico. De esta manera Mirko gambeteaba la prohibiciòn. Tengo fotos, que voy a tratar de subir al blog, para que tengan una idea del atavìo lujoso que exhibía en el escenario. Gracias por su comentario
Hola! me gustaria conocer el archivo de fotos. se podrá?
EliminarHay una cuestión que me intriga. Parece que Mirko llegó a España en los años treinta. Lo que es seguro es que en 1933 estuvo en el Coliseo Pompeya de Barcelona; en 1934 en el café Victoria de Madrid y en 1935 en el madrileño Teatro Muñoz Seca. Retana dice de él: “Casi adolescente, actuaba con su pelo (...), cantaba sin recurrir al falsete…” Después del Alzamiento, siguió cantando pero ya con indumentaria masculina. Lo de la postadolescencia y lo del pelo parece contradecir que fuera la misma persona, lo que mejor lo aclararía sería ver si la imagen de las fotos argentinas, que no conozco, coinciden con la de las españolas. En la que publicó en el nº 57 de Club de Tango, apenas se advierten los rasgos.
ResponderEliminarInteresante artículo. te hago una consulta. tendrás para pasarme alguna referencia de bibliografía que abarque el tema del transformismo hacia fines de siglo XIX, principios del XX? Desde ya muchas gracias!
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