LA LIBERTAD: EL GRAN TEMA DEL QUIJOTE.
No es poco lo que se ha escrito sobre don Miguel de Cervantes Saavedra y su obra, de modo especial sobre El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, novela que –como dijera Juan de Amezqueta, al otorgarle el privilegio de impresión por mandato del Rey - habíale costado mucho trabajo escribirla..
Cervantes tuvo una vida azarosa de la que se ignoran muchos datos y acontecimientos. Se sabe, sí, que entre 1547 y 1616 –extremos de su existencia- fatigó 69 años en diversas ciudades españolas –Madrid, Sevilla entre otras- y que, con sus recién estrenados 20 años de edad, se trasladó a Roma poniéndose al servicio del Cardenal Julio Acquaviiva como camarero.. Después de recorrer Italia, se incorporó a la Armada Española, hecho que fue trascendente en su vida ya que participó en la batalla de Lepanto –ocurrida en el golfo de Corintio el 7 de octubre de 1571 entre la flota cristiana al mando de don Juan de Aragón y la escuadra otomana bajo las órdenes de Alí Bajá- en la que perdió la movilidad de su brazo izquierdo por una herida. La batalla en si, no tuvo mayores consecuencias para la historia ni para la Liga Santa que, pese al triunfo, terminó disuelta por oscuros intereses. En realidad, más se la recuerda por la herida de Cervantes y el consecuente apodo que ganó para la eternidad, aunque, como bien dice el poeta español Ricardo Mujía en un soneto, La gloria de Cervantes no es Lepanto
En 1575, en viaje de regreso a España, fue apresado por corsarios que lo mantuvieron cinco años como cautivo en Argel. Su liberación –por obra de los frailes trinitarios, Orden creada especialmente en el siglo XII para redimir a los cautivos en tierras de moros- fue como el prólogo de nuevas desventuras. Vuelto a Madrid halló a su familia en la ruina total.- su padre había muerto-; se encontró sin amigos y tan lleno de pesares y desengaños cual nunca lo había experimentado como soldado ni como esclavo. Viajó a Portugal. Luego en Esquivias, provincia de Toledo casó con Catalina de Salazar y Palacios y, aunque arruinada su fortuna y su carrera militar, comenzó su intento por sobresalir en la literatura. No voy a extenderme en la mención de sus obras, que comienzan con la publicación de La Galatea en 1585 y culminan en 1617 con la edición póstuma de Los trabajos de Pérsiles y Segismunda, por ser ellas bien conocidas..
Me interesa quedarme en El Quijote que, editada su Primera Parte en 1605, ha llegado a ser una novela inmortal no sólo por su diseño y sus ingeniosas situaciones, sino por lo que, creo, ha sido el mayor logro del intelecto cervantino: los mensajes ocultos en su trama, que la acrecientan con sentido profético.
El Quijote admite muchos niveles de lectura e interpretación; tal diversidad abarca desde considerarla como una obra de humor (no cabe duda que rebosa de comicidad en muchos de sus pasajes), o como una amarga ironía sobre los ideales de amor y justicia entre los hombres, o bien, una invectiva contra los libros de caballería; e incluso como una sátira alegórica contra el duque de Medina Sidonia –hombre ilustre de aquellos tiempos- según la interpretación de Daniel de Foe. Para Lope de Vega en cambio, nada hay tan malo como Cervantes ni tan necio que alabe a Don Quijote. La escritora francesa Dominique Aubert, uno de los mayores exegetas de la obra, cree que es un tratado iniciático habitado por el sistema fundamental de la hermenéutica con mensajes codificados de los cuales muchos salen directamente del texto bíblico, en especial, de los capítulos de la Profecía de Ezequiel .
El Quijote también fue visto como una gran apuesta que su creador hace por la libertad y ese es el aspecto que me interesa rozar en esta nota.
Digamos ya, que la novela carece de un plan narrativo estable; por el contrario, las aventuras parecen concebidas de forma caprichosa y cambiante y su autor, totalmente libre, sin condicionamientos previos impuestos por su misma creación. El Quijote parece concebido como un juego. Su construcción se sustenta en el artificio narrativo del manuscrito encontrado. Recordemos que Cervantes se adueña de la máxima libertad artística: se esconde y afirma no ser el autor de la novela, sino el lector de una traducción hecha por un morisco toledano sobre la obra del verdadero autor, el filósofo mahomético Cid Hamet Benengeli, nombre que, según la interpretación del erudito D. José Antonio Conde, surge de una combinación de palabras árabes que significan noble, satírico y desgraciado.
Cervantes se presenta como un segundo autor que acerca, a los lectores, la historia sobre la que podrá comentar lo que quiera por que la conoce de antemano a través de la traducción de Toledo. Este juego de autores, traductores, narradores y lectores, produce la gran libertad creativa hasta entonces desconocida en la novela. Incluso en la Segunda Parte aparece, además, el impresor a quien se le culpa de las contradicciones cometidas en torno del robo del rucio de Sancho en la Primera. Es decir que El Quijote se nos presenta como un juego narrativo que crea su propia realidad, una genial integración de realismo y fantasía, una formidable síntesis de vida y literatura. (tatin)
Don Quijote consagra su vida a la sublime locura de la verdad, que no es otra cosa que amor por la justicia y fundamentalmente, por la libertad entendida en el amplio y complejo sentido que él mismo le expone a Sancho en el Capítulo LVIII de la Segunda Parte:
La libertad Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
Seguramente, en estas palabras - coincidentes también con el pensamiento humanista de su tiempo- Cervantes plasma las hondas reflexiones elaboradas durante los años de cautiverio en Argel y otros de cárcel en Sevilla: ¿ Qué podía engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginado de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel..?. Adviértase que también les otorga a sus personajes ese mismo goce de libertad implícito en la arenga a Sancho que, incluso, reclama para todos los hombres por su mera condición de tales. El Quijote es, en tal sentido, un modelo de aspiración a un ideal ético y estético de vida.
Un vivo ejemplo, lo encontramos en el Capítulo XXII de la Primera Parte (De la libertad que dio Don Quijote a muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde no querían ir). En un pasaje Don Quijote se pregunta con asombro ¿Cómo gente forzada por el Rey a rendirle servidumbre en sus galeras?. De nada vale que Sancho le explique que se trata de personas que por sus delitos han sido condenadas a tal castigo porque Don Quijote le replica:: :como quiera que ello sea, esta gente, aunque los lleven, van de por fuerza y no de su voluntad...Aquí encaja la ejecución de mi oficio, desfacer fuerzas y socorrer y acudir a los miserables,. que es como decir, esta es mi verdadera identidad,
Por eso, a la llegada de una cadena de galeotes (o sea, de reos encadenados y en fila para ir a poblar las galeras de Su Majestad) y luego de oír las cuitas de cada condenado, Don Quijote arremete contra los guardias provocando una singular revuelta que termina con la libertad de los presos.
(Una digresión : En esta aventura es donde le cuentan que a uno de los reos se lo había condenado por canario, es decir, por músico y cantor que no hay peor cosa que cantar en el ansia. El guardia le aclara que de tal modo se llamaba entre los delincuentes al hecho de confesar en el tormento de donde, Cervantes utiliza el verbo cantar como un lunfardismo de nuestros días tal como lo registra José Gobello en su trabajo Cervantes y el Lunfardo. Otra digresión: canario también es usado por nuestro Cornelio Saavedra con igual significado en su Memoria Autógrafa como lo comunico en la fecha a la Academia.)
Cervantes no debía desconocer que la actitud de Don Quijote podía provocar la intervención de la Santa Hermandad -aquella institución auxiliar de la Santa Inquisición, creada por Enrique IV de Castilla en el siglo XV para reprimir el bandolerismo- no obstante lo cual, en vez de intentar mantenerla en secreto , les encomienda a los prisioneros liberados que, como pago vayan a la ciudad del Toboso y se presenten ante la señora Dulcinea diciéndole que su caballero, el de la Triste Figura, ha tenido esta famosa aventura hasta ponerlos en la deseada libertad. Acaso, sin ser un abierto desafío, fuese un modo tangencial de proclamar que la libertad es el ideal del universo quijotesco.
Pero no para allí Cervantes. Cuidándose de no transgredir abiertamente las disposiciones del Concilio de Trento –en el que los teólogos españoles habían tenido decisiva participación y cuyas doctrinas acerca del papel de la mujer en la sociedad de esos tiempos fueran puntillosamente recogidas en 1583 por Fray Luis de León en La Perfecta Casada-- oculta con inteligencia otros mensajes pasibles de merecer grave condena, como el que podemos considerar una clara incitación a la liberación femenina, cubriendo con ironía y sagacidad tales opiniones e ideas contrarias a las usuales sobre el tema.
¿Olvidaba Cervantes la existencia de la Santa Inquisición, preludio de la hoguera para todo intelectual, artista, científico o simple ser humano que osara pensar distinto de los enunciados de la Iglesia? En ninguna línea de los 126 capítulos del libro se la menciona expresamente, pero esto no implica que Cervantes la olvidara de intento como pretende Sucho Töpf en su libro Impugnaciones, sino que no actuaba frontalmente contra ella.
El Concilio de Trento había trazado el perfil ideal de la mujer adjudicándole estos atributos: modesta, recatada, obediente y sacrificada. Hasta la aparición de El Quijote, sólo Mencía de Mendoza, una de las mujeres más cultas del renacimiento español, se había atrevido a exponer ideas humanistas protegiendo al filósofo eramista Luis de Vives enfrentando así el poder del Santo Oficio. Cervantes no transgredió explícitamente los rígidos parámetros establecidos por el Concilio ni tampoco se propuso exponer un sistema de ideas favorables o contrarias a la teología católica. Fue, en realidad, un gran disimulador que cubrió de ironía y habilidad opiniones e ideas adversas a las usuales, aunque no logró encubrir a la luz de los análisis de su obra, el ideal eramista que profesaba, afirma Américo Castro.
Cervantes supo cubrir hábilmente su mensaje. Tal vez inspirado en las prédicas de doña Mencía, quien planteaba hacia mediados del siglo XVI la necesidad de reformar los sistemas políticos y educativos que aún exhibían la misoginia heredada de los tiempos medievales, dio vida, en los capítulos XII, XIII y XIV de la Parte I, a la pastora Marcela que aparece como el principal personaje en la muerte del pastor Grisóstomo quien muere por su propia mano, al no ser correspondido en su amor por ella.:
Pues sabed que murió esta mañana aquel famoso pastor estudiante llamado Grisóstomo y se murmura que ha muerto de amor de aquella endiablada moza Marcela, la hija de Guillermo el rico, aquella que se anda en hábito de pastora por esos andurriales. Así se expresa uno de los cabreros a los que estaban con Don Quijote. Y quieroos decir ahora, porque es bien que lo sepais, quién es esta rapaza, quizás y aún sin quizá, no habréis oído semejante cosa en todos los años de vuestra vida, auque viváis más años que Sarna (o Sarra como lo corrige Don Quijote no pudiendo sufrir el trocar de los vocablos del cabrero)
La muerte de Grisóstomo le da oportunidad a Cervantes para que Marcela- que hasta entonces era sólo un nombre referenciado como endiablada moza, cruel y desagradecida- adquiera una dimensión impensada en la novela y sea el trampolín para lograr otros propósitos. Tras el entierro y habiéndose escuchado las endechas que Grisóstomo dejara escritas a guisa de canción desesperada por el amor no correspondido de Marcela, por encima de la peña donde se cavaba la sepultura pareció la pastora, tan hermosa que pasaba a su fama, su hermosura. Allí, frente a todos, en una encendida y apasionada defensa de la liberación de la mujer, negó aceptar ninguna responsabilidad en la muerte del pastor. He aquí el alegato:
Yo conozco con el natural entendimiento que Dios me ha dado, que todo lo hermoso es amable; más no alcanzo que por razón de ser amado esté obligado lo que es amado por hermoso, a amar a quien le ama. Y más, que podría acontecer que el amador de lo hermoso fuese feo y siendo lo feo digno de ser aborrecido, cae muy mal el decir: Quiérote por hermosa, hasme de amar aunque sea feo. Pero puesto caso que corran igualmente las hermosuras, no por eso han de correr iguales los deseos, que no todas las hermosuras enamoran, que algunas alegran la vista y no rinden la voluntad....
Alegato profético, una suerte de feminismo avant la leerte, porque Cervantes pone en boca de Marcela un discurso cuya fuerza nos sorprende aún en este siglo XXI siendo que el de la novela ocurre en el siglo XVI y en España tales reivindicaciones sociales y políticas de la mujer recién comenzaron a escucharse a fines del siglo XIX cuando la escritora gallega Emilia Pardo Bazán denunciaba en su libro España Moderna, aparecido en 1890, las injustas distancias que por entonces separaban a los sexos y promovía una incipiente emancipación femenina. Imaginemos el estremecimiento que debió producir el alegado de Marcela en la época de Cervantes, un discurso que, trasladado a nuestro tiempo, es un canto contra la sumisión y la humillación de la mujer.
Cervantes expuso su pensamiento adelantándose tres siglos a la requisitoria de Pardo Bazán y a los escritos de Concepción Arenal, creando un personaje paradigmático que nos deslumbra por su sabiduría y su majestad como los de Shakespeare Hay muchos personajes así en la novela, por lo que es forzoso concluir que otro de los atributos de Cervantes fue la originalidad.. Tanto Shakespeare como Goethe –para tomar dos ejemplos cumbres- buscaron inspiración para sus obras en antecedentes literarios de siglos anteriores o bien en personajes históricos, dicho esto sin mengua para la grandeza de sus creaciones. Romeo y Julieta, por ejemplo, tienen su antecedente en esbozos literarios del siglo II y Fausto en una leyenda del siglo VI sobre el clérigo Teófilo.. Pero Don Quijote y Sancho Panza son criaturas que jamás hubieran nacido a la vida literaria y universal sin el genio cervantino que insufla de libertad toda la novela.
Si El Quijote sólo contuviera la historia del Hidalgo enloquecido por las lecturas de caballería, no hubiese llegado a la inmortalidad. Precisamente en esa apuesta que Cervantes hace por la libertad en su sentido más completo y amplio, radica una de las primeras razones de su vigencia. Sus personajes –más de seiscientos. nacen y viven en absoluta libertad, tanto que ni siquiera tienen nombres fijos (Quijote puede ser Quijada, Quijana o Quejana) y se mueven en paisajes ideales o imaginarios (la novela está plagada también de irregularidades geográfica); los mismos personajes son capaces de inventar otros personajes (Don Quijote inventa a Dulcinea por ejemplo); carecen de pasado o de ataduras que premediten sus conductas; son dueños de su propia realidad e incluso son capaces de crearla: eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mi el yelmo de Mambrino y a otro le parecerá otra cosa dijo Don Quijote a Sancho, agregando y fue rara providencia del sabio que es de mi parte, hacer que parezca bacía a todos, lo que real y verdaderamente es yelmo de Mambrino. (25 I) . La misma libertad que Cervantes reclamó para sí como creador, se la concedió a los personajes de su novela.
Por eso mas allá de las confesiones del autor ( todo él - el libro - es una invectiva contra los libros de caballerías, pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballería –.24 II-) el Quijote no aparece siempre con el fin paródico que ellas harían presumir. Aparte de los ingeniosos juegos creativos basados en la locura del protagonista, (locura fingida según el análisis de algunos exegetas como Arturo Plaja Serrano y Gonzalo Torrente Ballester ya que tenía buen entendimiento y buen discurso en todas las cosas que trataba. – 38 I--- él es un entreverado loco, lleno de lúcidos intervalos – 18 I-) la novela aparece proyectada sobre una trama racional donde la misma locura evoluciona en forma lógica hasta asumir contornos de realidad. Así el escritor es totalmente libre, nada lo condiciona previamente, ni siquiera desde su propia creación. Por eso la libertad alcanza en la cosmovisión de Cervantes, una verdadera categoría literaria donde los personajes nacen y viven sin ataduras, sus historias carecen de narrativas estables o preconcebidas, se mueven en un espacio indeterminado e incluso conviven con otros que han leído la novela de sus aventuras.
Creo que no es necesario abonar con otros argumentos, la afirmación de que la libertad conforma el verdadero universo cervantino y, si ello es así, esa misma libertad no podría dejar de sentirse, fundamentalmente, en la lengua que acaso fue el primero y el mayor de los logros de don Miguel de Cervantes Saavedra al cifrar su ideal lingüístico en el apotegma escribo como hablo, con entera libertad.
Homero no escribió en latín, porque era griego; ni Virgilio escribió en griego porque era latino. En resolución, todos los poetas antiguos escribieron en la lengua que mamaron en la leche y no fueron a buscar las extranjeras para declarar la alteza de sus costumbres; y siendo esto así, razón sería se extendiese esta costumbre por todas las naciones, y que no se desestime el poeta alemán porque escribe en su lengua, ni el castellano, ni aún el vizcaíno, que escribe en la suya ( II 16) El lenguaje puro, el propio, el elegante y claro, está en los discretos cortesanos aunque hayan nacido en Majalahonda: dije discretos, porque hay muchos que no lo son y la discreción es la gramática del buen lenguaje, que se acompaña con el uso. Yo, señores, por mis pecados he estudiado cánones en Salamanca y pícome algún tanto de decir mi razón con palabras claras, llanas y significantes (II 19)
Podemos concluir entonces, que El Quijote es, quizás, el mayor monumento literario que se le ha hecho al hombre, exaltando en cada página, su derecho a la libertad de pensamiento, de ensueño y de palabra. Ricardo Rojas lo sintetizó así: El poema de Cervantes se parece a las catedrales por su libertad creadora, por su elevación idealista, por su amplitud enciclopédica, por sus contrastes violentos, por su dinamismo lírico, por su elocuencia simbólica, por su doctrina moral y por su profusa imaginería, en la que caben figuras de perfecta belleza, de fealdad monstruosa y de fantástica evocación.
Ricardo Ostuni
Académico de Número
Sillón Luis C. Villamayor
Bibliografía: Miguel de Cervantes Saavedra - El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la
Mancha – Editorial Mayfe – Madrid 1947
Jorge Ticknor - Historia de la Literatura Española – Tomo II Edit. Bajel
Bs.As 1948
Sucho Töpf – Impugnaciones – Torres Agüero Bs.As.1990
Consultas por la web
Enciclopedia Encarta
Gonzalo Torrente Ballester – El Quijote como juego – Madrid 1975
Arturo Serrano Plaja – Realismo “mágico” en Cervantes - 1966
domingo, 12 de julio de 2009
La Libertad: el gran tema de El Quijote
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estubo buena la historia pero es demaciada novela XD
ResponderEliminarNo había entrado a pensar que incluso la forma de narrar de Cervantes era puramente liberal. Realmente ahora tengo una nueva visión, muchas gracias por el aporte.
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